El Día V, la visita al ginecólogo





Una vez al año, nos toca a las mujeres dejar todo el pudor de lado para hacernos el chequeo ginecológico, mi llamado y odiado "Día V" ; en serio cómo lo detesto, aunque con el pasar de los años lo hago con más responsabilidad, pero sufro desde el día anterior. 

Todo empieza con la depilación pensando que no es para una noche romántica con mi pareja, sino, que es para que una mano ajena toque lo más secreto de mi ser, y esa depilación si que es dolorosa con lo que sea que te la hagas!.

La espera me desespera, prefiero llegar una media hora antes de mi cita para ser de las primeras, el sólo pensar que ese odioso instrumento llamado espéculo, es introducido en "otras intimidades" me enferma, sé que los esterilizan en ese pequeño horno y todo lo que quieras, pero mi cuerpito es mi cuerpito. 

Muchas veces ni se acuerdan de uno y viene la pregunta: cuéntame Doris, cuál es el motivo de tu consulta?...o sea, cómo le explico que vengo obligada por mi conciencia y mi sentido de responsabilidad y no porque quiera abrirme de piernas ante un extraño!. Luego de decirle que vengo por un chequeo anual sólo por prevención, pero que en realidad me siento bien, Andrés es muy puntual y no tengo más malestares que los normales de esos días...como si eso me fuera a librar de la auscultación...llega el temido momento: pase al baño, se saca el calzón, se pone la bata, se acuesta en la camilla con las piernas en los estribos y se relaja...si claro, cómo no!, pero ahí vamos, no queda de otra. Hasta ahora no entiendo porque sigo saliendo del baño con esa bata que no se cierra, agarrándola a la altura de mis pompis para que no se me vea nada, si al final, me verán más que todo...no les pasa eso?; pero bueno, relajadita, relajadita, puje un poquito (cuidado con las flatulencias) y JUAAA...te introduce ese pico de pato frío, la única manera de ver si todo está bien con tu cuello uterino; retira la muestra para el papanicolau y viene el examen táctil, mi posición de la cintura para arriba es una mano sobre mi pecho y la otra sobre mi cara pensando "A QUÉ HORA ACABA POR DIOSSS!"; mientras introduce su dedo para hurga en mi tesoro femenino y presiona por fuera mi vientre preguntándome: siente alguna molestia?...o sea, cómo le explico que SIIIII que me siento vejada, humillada y que ya quiero que termine. 

Pero un chequeo ginecológico hecho por un buen profesional no termina ahí, ahora le toca manosear...digo, auscultar mis senos, ahí se acaba mi posición de protección al pudor y toca poner los brazos sobre la cabeza, sintiéndome como sometida y el doc no es precisamente Christian Grey.
Listo, por fin acabo, sólo quiero salir rápido de ahí e irme a comer una torta Selva Negra para recuperar mi dignidad, puede que no tenga sentido, pero mi dulce favorito me devuelve el ánimo.

Luego vienen los 7 días de espera para los resultados, que, aunque confío que todo está bien, con el paso de las años, la ansiedad incrementa, por qué?, porque cada vez veo mas casos cerca de mí, una amiga, una tía, la hermana de mi amiga, mi cuñada y comadre quienes no tuvieron resultados positivos. Finalmente llega el día 7 y es un alivio saber que todo está bien, agradezco por ello...y el que no abriré las piernas ante un extraño hasta el próximo año. 

Terrible pero necesario, y ni qué decir de la ecografía intravaginal y mamografía...yaaaa mejor dejémoslo ahí, es sólo rutina, hay que ver el lado positivo, la prevención nos puede librar de cosas peores que un incómodo momento, los chequeos son muy importantes y con mayor razón, si tienen antecedentes familiares.

  






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